sábado, 5 de febrero de 2011

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La amistad solo duele en determinadas ocasiones.
Necesitas verle, necesitas su sonrisa, necesitas tiempo a su lado, y lo consigues.
Vaya, nada duele.
Cuando tu corazón recupera su ritmo normal y comprende que la amistad es un ancla de que es imposible moverse, comienza a doler.
Asumir lo que hay no siempre es facil, son muchas noches en vela intentando olvidar a alguien que duerme a escasos centimetros.

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