sábado, 16 de octubre de 2010


Es tan genial. Tenerle ahí, a unos centímetros, notar como su perfume se queda en mi piel y mi ropa. Observarle sin que se dé cuenta, su barba de dos días, sus labios rojizos, sus ojos color miel. Su forma de cruzar las piernas, de rascarse la oreja, ver como bosteza, como pestañea... mil detalles que ya había olvidado. Estaba tan cerca... notaba su calor, y recordé como antes me tumbaba entre sus brazos, como besaba mi frente, como me hacia feliz.
Pero en medio de estos pensamientos, apareció un muro de hierro. Me quede fría, sin ganas de recordar nada sobre nosotros... Me aparte de él y deje de mirarle. No podía...no podía pensar, no podía respirar, no podía ni mirarle. Tenía miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario